jueves, 11 de marzo de 2010

Recuerdos y ¿olvidos?


Mi papá fue un hombre apreciado en su comunidad, con fama de generoso, aunque era incapáz de recordar el nombre de sus amigos y todos pasaron a ser identificados como “Bartolo” o “Secundino” con sus respectivas “Bartolas” y “Secundinas” por esposas, también le gustaba reirse a costa de los demás, hasta de su esposa, pero siempre estaba dispuesto a ayudar si había la necesidad.

Es por eso que tengo dificultad para identificar qué siente un hijo de que posterior a su muerte, su padre despierte sentimientos de desprecio, temor, respeto, adoración y que a su nombre se asocie la represión, imposición y hasta la crueldad y el abuso. Que ante su recuerdo, (y no hablo de mi padre), mientras algunos consideran que esa mano se necesitaba para poner el orden, a los ojos de otros asomen las lágrimas por sufrimientos infligidos. ¡Tremenda mezcla!.

Es cierto que el ser humano tiene muchos aspectos en su personalidad y mientras se es niña, nos parece que los padres son incapaces de equivocarse, o eso creíamos hace unos años, ahora los chiquillos no nos tienen el mismo respeto.

Cuando nos hacemos personas adultas, aunque el amor que sentimos por nuestros progenitores no cambia, ya somos capaces de ver sus defectos de manera más objetiva.

Es por ello que no comprendo cómo ahora, a más de 45 años de la muerte violenta del “Jefe” y del lento proceso de recuperación cívica, política y social que ha tenido que vivir el pueblo dominicano, a una persona que la historia identifica como un dictador nos lo quieran presentar como padre amable y abuelo amoroso.

Un padre siempre será un padre y eso lo podemos respetar, pero por Dios, también respeten sus descendientes el dolor de tantos dominicanos que perdieron a una persona querida, muchas veces torturada, solo porque intentó ejercer su derecho a la libre decisión, o personas que sufrieron en carne propia el exilio, la persecución y el hostigamiento de la dictadura.

Quizas el momento político y social de los años '30 fue propicio para que alcanzara el máximo poder del país, y quizas también era necesaria mucha firmeza y decisión para que los muchos grupos armados de aquel momento depusieran sus armas y sus ideas políticas, pero de ahí a que durante 30 años se administrara el poder y se manejara el país como un feudo personal donde no había distinción entre las propiedades estatales y las personales del “Jefe”, hay un gran trecho.

Quizas aún ahora, adultos los nietos y adultas mayores las hijas, siguen conociendo solo su faceta de padre amoroso y abuelo entregado, que nunca se equivoca, o como dice el señor Hugo Tolentino Dipp, “la ceguera inducida por el amor a su padre le ha impedido a Angelita comprender aquel trance histórico con imparcialidad y clarividencia”.

Quizas desde su protegido círculo de privilegios, nunca supieron que ese hombre manejó la ley del terror y de la imposición, y que las Hermanas Mirabal fueron solo las últimas de un largo rosario de víctimas.

Quizas a pesar de los años transcurridos, creen que la República Dominicana sigue siendo el mismo feudo, donde impera lo que diga el “Jefe” y su familia.

Si el espíritu de Trujillo aún palpita en el pueblo dominicano, será como símbolo de lo que nunca debe volver a ser.

En este link, una nota del señor Hugo Tolentino Dipp.
http://elnacional.com.do/nacional/2010/3/11/42215/Trujillo-mi-padre-mis-memorias

Y en este otro enlace, el señor José Rafael Sosa hace un reportaje sobre el Monumento a los Héroes del 30 de Mayo, de donde tomé una foto. Le invito a leer el trabajo de José Rafael Sosa.
http://josersosa.blogspot.com/2009/08/un-monumento-nacional-por-cuidar.html

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