sábado, 27 de febrero de 2016

Mujeres en la microempresa

Microempresarias de San Antonio de Guerra. Foto: Fuente externa
Crear y desarrollar una micro empresa implica compromiso, dedicación, responsabilidad y mucho esfuerzo. Así lo aseguran las integrantes de la Federación de Mujeres en Desarrollo de Guerra, -FEMUGUE-, que desde el año 2005 tienen un almacén de provisiones en San Antonio de Guerra, en la parte Este de la provincia Santo Domingo.

Esta micro empresa representa el sustento para Guillermina Reyes, Paula Mejía (Titi), Ángela Castro y Santa Rincón (Diomaris), cuatro mujeres que desde hace 10 años luchan con ahínco para sobrevivir en el mundo de los negocios, en competencia directa con empresas de mayor capital, de más recursos tecnológicos y que tienen estrategias de negocios agresivas.

La Ley No. 488-08, establece un Régimen Regulatorio para el Desarrollo y Competitividad de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYMES), y señala que “representan una de las principales fuentes de generación de empleos en el país, que aportan un significativo porcentaje al crecimiento anual del Producto Interno Bruto y que contribuyen a la creación de un ambiente favorable a la gobernabilidad y la estabilidad social de la Nación”.

Además de un almacén, estas micro empresarias también salen a ofertar sus productos a granel en un camión. Ángela y Diomaris desafían cada día la lluvia, las tronadas o el sol, para salir a comunidades diferentes donde venden las provisiones.

Las oportunidades de capacitación de Ángela le permitieron completar el octavo curso, mientras que Santa terminó el bachillerato. Una carrera universitaria fue uno de los sueños que se postergaron ante las necesidades urgentes del día a día.

“Nosotras somos mujeres de familia y cuando salimos lo que nos dicen es que nos cuidemos, que tengamos cuidado, porque la situación está peligrosa”, señala Ángela, al ser cuestionada sobre las situaciones de violencia a que se pueden ver expuestas dos mujeres que hacen lo que tradicionalmente era un trabajo de hombres.

“Los fines de semana nosotras no salimos en el camión, ese es el tiempo que hay que dedicar a arreglar la casa, lavar y atender a la familia”, indica Diomaris, que también debe asumir su rol de esposa, hermana, hija y madre de familia, así como su compromiso con los quehaceres del hogar.  Esto es compensado con una mejor situación económica para la familia, “ahora tenemos un ingreso fijo que aunque no sea mucho, ayuda a equilibrar”.

Sin embargo, en los últimos años ese bienestar y tranquilidad se tambalea.  El almacén de provisiones que en el 2005 montaron con un crédito y el apoyo del Centro de Solidaridad para la Mujer (Ce-Mujer), y que vino a satisfacer una necesidad en su entorno, ahora tiene competencia. “Las ventas han bajado después que pusieron un negocio más grande cerca de aquí, que tiene mayor capital que nosotras, afirman. 

 

También es un negocio autorizado para cobrar con la tarjeta Solidaridad, a través de la cual se emiten ayudas estatales a personas de escasos recursos económicos, privilegio que no tienen estas mujeres, que aseguran que “aunque hemos solicitado la autorización, no la hemos conseguido”.


Las ventas durante el año 2015 evaluado por Ce-Mujer, oscilaron por los 400 mil pesos mensuales, en comparación con el año anterior, que se mantuvo por los 620 mil pesos mensuales.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Indicadores Múltiples, (MICS, 2014), las pequeñas y medianas empresas (PYMES) dominicanas con mayor capital, son propiedad de hombres en un mayor porcentaje que de mujeres, mientras que en las de menor capital, las mujeres son propietarias en su mayoría. 

Del mismo modo, la Encuesta ENHOGAR 2013 señala que la mayor parte de los empleos de los pequeños negocios son remunerados, aunque los beneficios laborales como seguro de salud, vacaciones pagadas, bonificaciones y otros, son escasos.

El almacén de provisiones de las mujeres de San Antonio de Guerra, es un ejemplo de trabajo tesonero, de ganas de superación, de asumir responsabilidades y de aprovechar las oportunidades que permitan cambiar las condiciones de vida de las mujeres y de su familia, impactando también de manera indirecta en otras familias de su entorno y en la comunidad.

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