Por: Miguel Febles
El autor es periodista y se autodefine como "El Escribidor"
Miguel Febles/ mifebles@yahoo.es |
De no haber sido por el
parche puesto a la Constitución, la campaña electoral 2015—2016 hubiera
carecido de interés político.
Y
ahora, con resultados previsibles a la vuelta de unos días, El escribidor
derrama la tinta con una pregunta fuñona en la cabeza: ¿a dónde llevan sus
líderes al pueblo dominicano? Y el pueblo dominicano, ¿a dónde se deja llevar?
En
el plano partidista han generado una coalición de intereses superpuestos a la
razón de ser de las organizaciones, las cuales deben nutrirse, para
fortalecerse en el tiempo, de la vitalidad de sectores con una visión
diferenciada en lo económico y lo nacional. Si se trata del punto de vista de
un grupo político, su trabajo debe estar dirigido a convencer a la nación (o a
una parte importante), de su conveniencia; si se trata de un programa social,
lo mismo.
La
declinación de dos grandes organizaciones políticas, hasta el punto de la
insignificancia en un torneo electoral, contiene un sentido oculto que debe ser
valorado. El escribidor considera que el pueblo dominicano carece en este
tiempo de intereses trascendentes y los líderes de hoy día se muestran
incapacitados para proponerlos de manera creíble.
Lo
antes dicho se origina en la conversión de los partidos en asociaciones con
fines de lucro que buscan el poder por lo que representa como oportunidad
personal o, igual de perverso, por el poder mismo.
En
su ingenuidad, los pobres intuyen la jugada y acuñan la divisa “dame lo mío”;
desde su oportunismo la clase media deja de ser seguidora y trata de asociarse,
o se queda al margen; desde las cúspides las élites negocian su parte del
botín.
Difícil
ver el ahora desde el rol de cada cual, pero la época, que a todos nos revuelve
en la conjura, será juzgada algún día desde el futuro, como es posible desde
hoy mirar hacia atrás y valorar los tiempos idos.
Hace
casi ciento cincuenta años tuvimos el primer partido predominante durante un
período considerable. El Partido Azul empuñó al pueblo dominicano y le puso
orejeras; la dictadura de los marines de 1916 a 1924 obligó a la disciplina, y
la administración de Trujillo y Balaguer de 1930 a 1978 (con cuatro años de
alternativas truncas), perfilaron la vida nacional hasta el final del siglo XX.
Ahora,
como si se tratara de una vuelta al pasado, una corriente liberal, como la azul
de Luperón y Lilís, se impone en el plano político y determina la forma del
poder. Veinte años consecutivos tienen de gobierno y según el escribidor, si
salieran de golpe del poder sólo sobrevivirían las piedras acomodadas para el
tráfico urbano y ninguna institución, ni nada cultural ni político.
Por
verse está si nos hallamos ante un giro espontáneo de nuestra naturaleza o ante
una jugada táctica dirigida a desmovilizar la creatividad, el pensamiento y la
acción.
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