martes, 10 de mayo de 2016

De vuelta al pasado


Por: Miguel Febles
El autor es periodista y se autodefine como "El Escribidor" 

Miguel Febles/ mifebles@yahoo.es
De no haber sido por el parche puesto a la Constitución, la campaña electoral 2015—2016 hubiera carecido de interés político.
Y ahora, con resultados previsibles a la vuelta de unos días, El escribidor derrama la tinta con una pregunta fuñona en la cabeza: ¿a dónde llevan sus líderes al pueblo dominicano? Y el pueblo dominicano, ¿a dónde se deja llevar?
En el plano partidista han generado una coalición de intereses superpuestos a la razón de ser de las organizaciones, las cuales deben nutrirse, para fortalecerse en el tiempo, de la vitalidad de sectores con una visión diferenciada en lo económico y lo nacional. Si se trata del punto de vista de un grupo político, su trabajo debe estar dirigido a convencer a la nación (o a una parte importante), de su conveniencia; si se trata de un programa social, lo mismo.
La declinación de dos grandes organizaciones políticas, hasta el punto de la insignificancia en un torneo electoral, contiene un sentido oculto que debe ser valorado. El escribidor considera que el pueblo dominicano carece en este tiempo de intereses trascendentes y los líderes de hoy día se muestran incapacitados para proponerlos de manera creíble.
Lo antes dicho se origina en la conversión de los partidos en asociaciones con fines de lucro que buscan el poder por lo que representa como oportunidad personal o, igual de perverso, por el poder mismo.
En su ingenuidad, los pobres intuyen la jugada y acuñan la divisa “dame lo mío”; desde su oportunismo la clase media deja de ser seguidora y trata de asociarse, o se queda al margen; desde las cúspides las élites negocian su parte del botín.
Difícil ver el ahora desde el rol de cada cual, pero la época, que a todos nos revuelve en la conjura, será juzgada algún día desde el futuro, como es posible desde hoy mirar hacia atrás y valorar los tiempos idos.
Hace casi ciento cincuenta años tuvimos el primer partido predominante durante un período considerable. El Partido Azul empuñó al pueblo dominicano y le puso orejeras; la dictadura de los marines de 1916 a 1924 obligó a la disciplina, y la administración de Trujillo y Balaguer de 1930 a 1978 (con cuatro años de alternativas truncas), perfilaron la vida nacional hasta el final del siglo XX.
Ahora, como si se tratara de una vuelta al pasado, una corriente liberal, como la azul de Luperón y Lilís, se impone en el plano político y determina la forma del poder. Veinte años consecutivos tienen de gobierno y según el escribidor, si salieran de golpe del poder sólo sobrevivirían las piedras acomodadas para el tráfico urbano y ninguna institución, ni nada cultural ni político.
Por verse está si nos hallamos ante un giro espontáneo de nuestra naturaleza o ante una jugada táctica dirigida a desmovilizar la creatividad, el pensamiento y la acción.


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